Prácticamente desde el inicio del siglo pasado esta esquina ha formado parte de la cultura social y de entretenimientos de la localidad. A lo largo de más de cien años, más de doce firmas comerciales han dejado su huella aquí. Y salvo en la década de 1930, que hubo una mueblería, el uso comercial siempre estuvo vinculado a lugar de reunión y esparcimiento de los lamadritenses.
Los primeros registros de confitería datan del año 1905. Por entonces, su propietario Juan Culatto brindaba servicios de peluquería, perfumería, billar, bar y cine.
El emprendimiento pasó por distintos propietarios. Desde 1965 a la actualidad es administrado por la Familia Poggioli.
Entre 1971 y 2009 funcionó aquí la Cueva de Lalo’s, emblemático boliche bailable de La Madrid. El nombre hace referencia a su creador, Eduardo “Lalo” Poggioli.